La Fusión completó una gran actuación con un papel protagónico de sus dos extranjeros. Empujados por el corazón de su capitán, los santiagueños empataron la definición en un partido caliente. El sábado, a las 11 de la mañana, volverán a enfrentarse en el determinante último juego que consagrará al nuevo campeón.
Su capitán, maltrecho pero ilusionado, lo había advertido en la previa y su Quimsa no decepcionó: venció por 90-83 a San Lorenzo en el cuarto partido de las Finales, empató la serie y forzó un quinto partido que definirá al nuevo campeón de la Liga Nacional. El próximo sábado a las 11 de la mañana, en el Templo del Rock, se celebrará la última batalla entre los dos mejores equipos de la Argentina para decidir al monarca local.
La Fusión, al borde del abismo, salió con otro semblante. Mauro Cosolito, su líder espiritual, lo había anticipado en la transmisión en Twitch y Facebook: “Para matar al campeón de la Champions tenés que liquidar la serie. No tengo dudas de que el equipo va a salir a dar todo para ir a un quinto». Y Quimsa salió a dejar la piel desde el primer minuto en un trámite caliente, hablado, protestado y picante con cruces entre los jugadores de ambos equipos, reclamos más vocales ante los jueces, múltiples faltas técnicas, puntos más celebrados y un juego mucho más físico que en tardes anteriores.
La dupla de extranjeros, que anotó 50 de los 90 puntos de la Fusión, cargó con su ofensiva. Brandon Robinson, con su equipo coqueteando con la eliminación, asumió el liderazgo en otra producción descomunal como principal argumento en ataque: fue el goleador del partido con 32 puntos y rescató continuamente a su equipo cuando San Lorenzo amenazaba el liderazgo santiagueño. El estadounidense, quien no había redondeado una de las campañas más prolíficas de su carrera durante la temporada regular y que había tenido un arranque dubitativo en ataque, se reencontró con su faceta más voraz para postergar las ilusiones de campeón del pueblo de Boedo.
Robinson fue una garantía en una tarde en la que rozó la perfección: finalizó el juego con 61% de cancha y 66% de tres. Los quince puntos que anotó en el segundo cuarto le permitieron a Quimsa tomar una ventaja de diez puntos que posteriormente San Lorenzo pudo reducir a márgenes mínimos, escenario en el que otra vez la respuesta fue el héroe santiagueño.
Cuando Silvio Santander ajustó la marca e impulsó una presión más agresiva sobre Robinson en el pick&roll, Ismael Romero, arrollador y activo, fue determinante para atacar al aro con comodidad. El Cubanazo fue letal en el poste bajo no solo gracias a sus 18 puntos, sino también a su participación en el pick&roll pero especialmente para darle segundas oportunidades en ataque a su equipo con 6 rebotes ofensivos de los 10 que capturó en total. Romero, quien no había tenido una gran actuación en los últimos dos juegos, recuperó su mejor versión y fue imparable para un Ciclón que nunca encontró soluciones para su poderosa agilidad.
Cosolito, quien regresó tras su ausencia en el tercer juego con una codera en su brazo izquierdo por la ruptura de ligamentos y una pequeña fractura que sufrió en su codo, fue clave con su ingreso sobre el final del primer parcial para imprimirle una cuota indispensable de energía y carácter a la Fusión. Diezmado físicamente, su influencia fue evidente más allá de sus 6 puntos y sus 9 rebotes en 25 minutos. Capitán y emblema, puso su corazón en la cancha, su inteligencia en ataque y sacrificó su cuerpo en defensa para ayudar a sus compañeros.
El impacto de la banca de Quimsa también fue un factor decisivo: los suplentes a disposición de Sebastián González aportaron 35 puntos frente a los 12 de la segunda unidad de San Lorenzo. Franco Baralle, un especialista en los cierres calientes, marcó 9 de sus 15 puntos durante el último parcial y fue mortífero para sentenciar a un San Lorenzo que tendrá que ganar el sábado para conseguir el Pentacampeonato.
De cara al quinto duelo que definirá al nuevo monarca de la Liga Nacional, con apenas un día de descanso entre ambos juegos, San Lorenzo deberá recuperarse anímicamente de la derrota y físicamente de una tarde exigente en la que Penka Aguirre participó prácticamente de los 40 minutos de partido y en el que tanto Nicolás Romano, José Vildoza y Máximo Fjellerup superaron los 30′. Las bajas de Dar Tucker -quien no participó en toda la postemporada- y la ausencia de Luis Montero por una fractura redujeron considerablemente las opciones de Santander. Los minutos se sentirán menos en un Quimsa envalentonado que terminó el cuarto juego a puro grito de Cosolito, el líder que no va a dejar que su equipo muera sin pelear.
Por Matías Baldo Prensa: LaLiga