Euroliga

Real Madrid sufrió una caída impensada en la Euroliga

El Madrid cayó en Pogdorica ante el penúltimo clasificado, en uno de los peores partidos que se le recuerdan. Sin intensidad defensiva y obtuso a más no poder en ataque. Al Buducnost le bastaron su energía, el acierto de Cole y Jackson en la primera parte, y las acometidas de la perla georgiana Bitadze en la segunda para someter a un equipo “desconocido” en su juego (73-60).

Los blancos sólo anotaron 18 puntos en el partido (10/27 tiros de dos y 8/30 triples), tantas como pérdidas acumularon (18 por 7 de los montenegrinos). Y ninguno de sus jugadores pasó de 10 puntos. No se salvó ni el apuntador. Cualquier otro desenlace del partido hubiese sido, además de injusto, milagroso.

Apenas había ganado cuatro partidos el Buducnost hasta ayer, aunque habían sido triunfos destacados. CSKA, Barcelona o Baskonia habían caído antes en casa del conjunto montenegrino, al que los refuerzos de invierno le cambiaron la cara. Sobre todo Norris Cole –doble campeón de la NBA con los Heat de LeBron– y el joven Goga Bitadze, un talento georgiano surgido casi de la nada que está dominando en los últimas jornadas de la Euroliga como si fuera un veterano.

Aunque venía advertido el Real Madrid, los blancos salieron de inicio otra vez con su versión más inofensiva. Relajados como si medirse al colista fuera un trámite. Entre Cole (14 puntos) y Edwin Jackson –un viejo conocido de la ACB– lograron una ventaja holgada para el Buducnost, muy cómodo en la pista a pesar de tener al campeón enfrente.

Los blancos abusaban del triple y cometían errores groseros que los llevaron al descanso con una desventaja de ocho puntos, que llegó a ser escandalosa mediado el tercer cuarto (49-34).

El Madrid, negado en el lanzamiento, se encomendó a la defensa para intentar la remontada. Empezó a creer en ella tras la entrada de Rudy y Campazzo, cuya intensidad contagió al resto del equipo, pero la reacción (58-51, min. 31) se quedó en un simple intento. No era el día del campeón, incapaz de anotar con fluidez y castigado por el acierto de la cenicienta de la Euroliga que ayer volvió a ejercer de matagigantes.

El rebote ofensivo, un agujero negro durante todo el encuentro, hizo imposible la remontada blanca. Bitadze (13 puntos y 10 rebotes) se comió a los pívots madridistas y reclamó su cuota de atención. Erigiéndose en un objeto de deseo para el futuro más cercano.

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