Magnano habló con Todo Básquet, a 16 años de la victoria ante EEUU

El 27 de agosto de 2004, en las semifinales de los Juegos Olímpicos de Atenas, el seleccionado conducido por Magnano venció 89-81 a Estados Unidos en una de los triunfos más importantes de la historia del deporte argentino.

El 27 de agosto de 2004, la Selección Argentina de básquet escribió una de las páginas más gloriosas en la historia del deporte argentino. Aquel día se consumó el triunfo ante el Dream Team de Estados Unidos, plagado de estrellas de la NBA, por 89-81 en las semifinales de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.

El equipo conducido por Rubén Magnano venía de ser tercero en el Grupo A, con un triunfo épico para abrir los Juegos: el de aquella inolvidable palomita de Manu Ginóbili para vencer agónicamente a Serbia y Montenegro por 83-82 y tomarse una pequeña revancha del Mundial de Indianápolis. Luego caería ante España (líder de la zona con puntaje ideal), vencería a China y a Nueva Zelanda y cerraría la primera fase con una derrota ante Italia.

En cuartos de final, el férreo equipo griego fue un duro escollo, superado con esfuerzo con un score muy bajo: 69-64. Y el problema que se avecinaba era que como Estados Unidos había tenido una fase de grupos muy floja, enfrentaba a España y el ganador, a Argentina en semis. Y el Dream Team cumplió con su parte y se impuso por 102-94 y se venía ahora su revancha de Indianápolis 2002 ante los de Magnano.

Y llegó el 27 de agosto. Y todo lo que tenía que salir bien, salió bien. Argentina dominó el partido desde el comienzo, con un Manu Ginóbili brillante (totalizó 29 puntos, 9/13 en tiros de campo 4/6 en triples), figura excluyente del partido, y el aporte de un equipo granítico y contundente. Luis Scola aportó 10 puntos y cuatro rebotes; Andrés Nocioni, 13 y cinco; Fabricio Oberto, seis y seis; Pepe Sánchez, cuatro y siete asistencias; Alejandro Montecchia, 12 y dos; y Walter Herrmann, desde el banco, fue el factor X, con intervenciones decisivas cuando se venía el vendaval de Estados Unidos sobre el cierre (siempre momento determinante ante un equipo de semejante calibre y potencia física) y un total de 11 puntos y cuatro rebotes.

Era difícil imaginar que semejante hazaña no terminara bien otra vez, tal como pasara dos años antes en el Mundial de Indianápolis 2002, cuando Yugoslavia se quedó con el título en una final polémica y tristemente inolvidable. Esta vez, estaba todo dado, y un día después, una Selección envalentonada y con una actitud avasallante no dejó dudas en la final ante Italia y se impuso por 84-69 para alzar el primer oro olímpico del básquetbol argentino en su historia.

Aquel equipo dirigido por Larry Brown contaba con un puñado de incipientes estrellas de la NBA, como LeBron James, Dwyane Wade y Carmelo Anthony, y consagrados que ya sabían lo que era vestir la camiseta de Estados Unidos, como Allen Iverson, Tim Duncan, Stephon Marbury, Lamar Odom, entre otros. Sin embargo, en aquellos Juegos Olímpicos de Atenas quedaron marcados como una pesadilla. Fue la última vez que el seleccionado norteamericano no ganó el oro olímpico, y la única en la historia en la que lo perdió ante un equipo no soviético.

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